sábado, agosto 22, 2009

LOS MARAVILLOSOS AÑOS 90 (POEMA) - CARLOS ALFONSO RODRIGUEZ

Heber Ocaña y Carlos Alfonso Rodriguez en la Plaza Independencia de la ciudad de Huarmey.



Eran los años 90 y los payasos de la calle no estaban en la television.
Con el tiempo llegaron a la televisión, pero seguian estando en la calle,
en realidad, la calle era todo su mundo y el único.


Eran los años 90 y escribir fue una verdadera bendición de Dios
y lo mejor que me había podido ocurrir en medio de la barbarie,
de caminar dentro de los apagones, túneles negros, largos sótanos
durante horas y los dias de violencia bajo el sol.
Y las bombas asesinas y los crimenes escalofriantes,
las torturas necrófilas,
los golpes y puñales del silencio, los asesinatos macabros.
Y las violentas desapariciones de las políticas del enemigo.

Eran los años 90 y Heber Ocaña, mostraba sus primeros cantos y poemas
y efectivamente, escribía bien, con excelente caligrafía,
buena letra, con sus puntos y sus comas.
Porque estaba soletro, estudiaba en Lima y los trabajaba.
Despues abandonó los estudios,Lima y la literatura.
Para dedicarse a empresas, francamente, un poco difíciles en Huarmey,
(pero no imposibles) como la crianza de codornices, la venta de pichones de gaviotas y pelicanos
el comercio de alacranes y tantas otras cosas más.
¿Qué no hará Heber Elí, por su pequeño Ghandy Israel y Regina?

Eran los años 90 y Julio Aponte, se paseaba por todo el país
con ese parecido impresionante a cualquier soldado extraído
de las huestes de Pancho Villa o a un disciplinado miliciano de Emiliano Zapata.
Julio, es ese morocho, bigotudo, que lee bien sus poemas.
Nacido en el inhóspito Morropón, un pueblo olvidado y pequeño
perdido entre la luna de Paita y el caluroso sol del departamento de Piura.
Tierra caliente de recios campesinos, bronceados hombres, bañados por las lluvias,
rodeados de piajenos, mulas, algarrobos y árboles de tamarindo,
en donde han nacido los mejores escritores del Perú y también los peores.
Jamás pensó en llegar a ser el buen vendedor de libros que es hoy,
pero ya había vendido primero su alma a la poesía en las mañanas
y por las noches al diablo en mil hechicerias como buen brujo de la palabra.
No hay, en verdad, poeta más enrazado y trabajador que él
cuando una visión brilla en sus ojos y cuando se trata de poner las cosas en claro.
Lo que más le agrada es ver que las cosas caminen bien y derecho.
No entra en vainas ni alcahueterías. Él como Ange Yzquierdo Duclós.
Es otro auténtico poeta de armas tomar y de libros vender.


Eran los años 90 y el gordo Jorge Espinoza Sánchez, seguía en sus andanzas.
Buscando más pleitos judiciales. Las malas lenguas, y las buenas también, aseguraban
que le escribía los libretos a los cómicos ambulantes del Parque Universitario
y de la Plaza San Martín; pero ellos en el escenario no le hacían caso, la verdad es que,
ellos nunca le han hecho caso a nadie, por eso exhiben publicamente sus pobrezas y miserias.
No se vestía como un típico bolerista de los años 60.
Pero era el lider de la poesía erótica como alguna vez lo definieron.
No se tiraba muchas canas al aíre pero se ganó dos años de cana.


Eran los años 90 y Marío Vargas Llosa perdía calamitosamente
en las elecciones presidenciales, por su mala junta.
(Qué perjudiciales son las malas compañías, en estos casos).
Y por sus asesores que no lo asesoraban ni le recomendaban
un buen curso de relaciones humanas. Mario, ya tenía todo en el bolsillo;
pero le hicieron la gran jugada: cuervos, alimañas y viejos lobos vestidos de cordero.

Eran los años 90 y Carlos Alfonso, por aquellos días de vida oculta
caminaba por las calles de Lima, entonces, no habían muchas flores pero se podía florear.
no habían muchas piletas, pero hay quienes se hacían la pila en cualquier parte


Eran los años 90 los maravillosos, los inolvidables y Jorge Tafur,
amigo, promotor cultural, trotamundo, editor, poeta, aventurero.
Me llevó a conocer todo el norte: Chimbote, chiclayo,Trujillo,
Piura, Catacaos, Sullana, Huanchaco.
Yo que viajaba a duras penas de Lince a la Victoria, en la línea 9 y en la Cocharcas
José Leal, esos ómnibus viejos, grandes y destartalados que se incendiaban
en pleno viaje, en plena pista y a toda marcha.
yo que daba más vueltas que un pollo a la braza o una silla voladora.
Alrededor de talleres de mecánica, playas de estacionamiento,
grifos y restaurantes con José Luis Blancas
el poeta - músico y viejo compañero.
Jorge Tafur, se fue para siempre a París, y yo a todo el sur:
Cañete, (San Vicente - Imperial),
Chincha, pisco, Ica, Nazca, Palpa, Marcona, Mollendo, Camaná,
Arequipa, Moquegua, Tacna, Arica, Tarapacá.
¡Qué bello y qué grande es el Sur, Me encanta el sur!
¡El Sur de América!


Eran los años 90 y lo que más deseaba era seguir leyendo
y lo que más me hacía feliz era cantar y escribir y pensaba y decía que
lo que no se hace cuando se es joven no se vuelve a hacer
nunca más en la vida. Y les decía a mis amigos muy solemne y seriamente;
"Hay que escribir como si fuese el último día que nos queda de vida". Y también;
"Hay que escribir porque sino servimos para escribir, tampoco servimos para vivir".
Así evitaremos el papelon que hacen todos aquellos que hablan de su último libro
cuando aún no han escrito ni siquiera el primero.
Pero, sin duda, la sentencia de mayor peso y ante cual mis condiscipulos,
asentían espontaneamente, dándome palmadas, la razón y en el más absoluto
y desinteresado respaldo, era aquel, ¿Si no escribimos nosotros
quien en la tierra se va a dedicar a hacer poemas?
Teniendo en cuenta que los obreros no tienen tiempo
y los obispos más se dedican a sus abispadas.
Los abogados dan incluso la vida entera a sus leguyadas.
Los profesores pasan ocho meses de vacaciones pagadas.
Y más aún, cuando precisamente, a mí, me están saliendo los versos de película.


CARLOS ALFONSO RODRIGUEZ: (Lima 1968) Estudio Ciencias de la Comunicación en la Universidad sanMartín de Porres. Presidente del II Encuentro Nacional de Escritores y Poetas Jovenes desarrollado en Jauja - Huancayo - 1991. Vicepresidente del II Encuentro de Escritores y Poetas de la Región Nor Oriental del Marañon, Chiclayo - 1993. Participó en el IV Festival Internacional de la Poesía, Medellin, 1994. Publicó: "Cantos a la vida" - 1987 (Plaqueta), "Chocho", el Buen Amigo de los niños"(Recopilación) 1992. "El Grito - Poemas de mi generación",Medellin - Colombia - 1994.

Fundó en Lima el Grupo literario "OBRAJE".

El poema publicado en éste blogs, se transcribió de la Antología DESPOJADOS DE AEDOSMIL - Edición 2001.

jueves, agosto 13, 2009

LA PRIMERA NOVELA ANCASHINA SE ESCRIBIO EN HUARMEY - Presentacion.

PRESENTACION

Ante las afirmaciones de Ricardo Virhuez Villafane, e tenido la osadia de atreverme a rebatir sus afirmaciones sobre la novela de Ernesto Reyna Zegarra: "LOS TESOROS DE HUARMEY", que para los huarmeyanos honestos y consecuentes con su tradición cultural y sus valores, es el libro emblema, porque es el primer libro escrito por un residente y además, está recreado en el territorio local, considerando nuestras costumbres y tradiciones ancestrales, tanto sociales y culturales.
El texto es mas o menos extenso, de ahi que lo hemos dividido en 5 partes, para su facil lectura. Fue escrito el 11 de Mayo del 2009, por cuestiones que, hiba a ser publicado en papel, esperamos no difundirlo, pero en vista que el tiempo transcurre, hemos decidido colgarlo en éste blogs nuestro, pero manteniendo en mente, editarlo en papel para su difusión provincial.

Espero que con ésta presentación pase a leer los siguientes pots, para su conocimiento y enriquecimiento cultural, sobre la Ciudad de la cordialidad - Huarmey.
Y si cree que ésto lo deben de leer otras personas, queda autorizado a copiar el link o el texto, y pasarselo a quien cree conveniente, respetando la fuente y el autor.
Solicitamos a personas interesadas a que éste texto se difunda en papel impreso, esperamos su colaboración para la difusión en todo el territorio de la provincia de Huarmey.
mi correo es:
Quedo de usted,
muy atentamente:
Heber Ocaña Granados.
Madrid, 13 de Agosto del 2009.

LA PRIMERA NOVELA ANCASHINA SE ESCRIBIO EN HUARMEY - Parte I

LA PRIMERA NOVELA ANCASHINA SE ESCRIBIO EN HUARMEY
Con rubor y sorpresa, leí hace poco unas afirmaciones nada convincentes sobre un trabajo literario de Ernesto Reyna Zegarra (ERZ), escritor arequipeño que residió en el distrito de Huarmey (hoy provincia), localidad que lo supo acoger y donde fue alcalde hasta en dos oportunidades, lo cual lo convirtió, sin duda, en conocedor de este pueblo (aún pequeño durante el tiempo que vivió allí), en todos sus niveles.
Harto de ver marginada a la actual ciudad de Huarmey en cuanto a referencias bibliográfico-literarias, quiero emplazar a quien declaró lo siguiente respecto a uno de los libros más importantes del escritor ERZ: “Y el libro Los tesoros de Huarmey, del arequipeño Ernesto Reyna, publicado en Lima en 1936, no es una novela propiamente dicha, sino un mosaico de anécdotas, estampas y descripciones”[1]. Esto lo ha escrito una persona a quien tuve ocasión de conocer justamente en mi ciudad natal, Huarmey, durante el mes de marzo de este año en un encuentro brevísimo en la sala de mi casa, donde hablamos sobre proyectos literarios; me refiero a Ricardo Vírhuez Villafane (RVV), escritor y periodista que ha sostenido el texto anteriormente citado en el prólogo de la novela Anusia de su “paisano” Julio César Pozo Cueva, libro que, además de ser el prologuista y editor, ha presentado en las ciudades de Lima y Huaraz.
Como conocedor de la obra de ERZ y como hijo de la tierra que sirvió de espacio para la ambientación y desarrollo de su novela Los tesoros de Huarmey (LTH), manifiesto mi disconformidad con la conclusión que ensaya RVV. A continuación expongo los argumentos que servirán para desmontar esta falsedad que busca corroer y destripar anteriores afirmaciones de gente que en su oportunidad afirmó que LTH sí es una novela.
Para sustentar mi afirmación debo demostrar, en primer lugar y sobre la base de sus características, que LTH pertenece realmente a este género.

[1] POZO CUEVA, Julio César. Anusia. Pasacalle. Lima, 2008. p.

LA PRIMERA NOVELA ANCASHINA SE ESCRIBIO EN HUARMEY - Parte II

LOS TESOSOS DE HUARMEY SI ES UNA AUTENTICA NOVELA

De acuerdo a lo que determina las características de una novela, el texto narrativo debe ser escrito en prosa, y, dentro del contenido, intervenir personajes sobre los cuales se está narrando algo. Esta primera prueba, LTH la supera con creces. En el texto narrativo encontramos personajes primarios y secundarios, sobre quienes nos referiremos más adelante.
Una de las primeras características que ponemos en consideración, es si dentro del texto narrativo se desarrolla una ACCIÓN[1]. Acción es la historia que se va desarrollando ante nuestros ojos a medida que vamos adentrándonos en la lectura de la novela. En un texto, puede caber dos clases de acciones simultáneamente: la primaria y la secundaria, que van tejiéndose entre sí para ir dándole cuerpo y/o argumento a la novela. En LTH se tejen varias historias alrededor de dos, que son las más notables dentro del texto narrativo. La primera y más importante es sobre la búsqueda permanente del alcalde del pueblo, el viejo Felipe de Norena, de los tesoros enterrados que, se dice, hay alrededor del distrito y, debido a los cuales, diversos personajes van llegando al pueblo con una diversidad de artilugios para hallarlos. El hombre de la maquinita (p. 36)[2], Zaragoza, el misterioso y vagabundo español (p. 32), El barón erudito (p. 42), Salomón Sardina, el aventurero cuya expedición es auspiciada por un ministro de gobierno (p. 65), son algunos de ellos.
La segunda acción o historia, es sobre el apogeo del algodón al que, curiosamente, se le llama “el oro blanco”. Incluso existe un subtítulo sugerente sobre el tema: “La locura del oro y ‘el pirata Ruskin’” (p. 18). Podríamos decir, de este modo, que el algodón es otro de los tesoros de Huarmey. En esta segunda historia interviene todo el pueblo, porque el espacio donde se desarrollan los hechos es por antonomasia agrícola. Sobre la acción de la cosecha y venta del algodón, ERZ ha dedicado las primeras páginas de la novela, que luego se entrelazarán con las historias de los tesoros enterrados, para concluir con la desgracia del viejo alcalde, luego de la perdida de sus 700 quintales de algodón por “la avalancha” (p. 100) ocurrida el día 5 de marzo de 1925 (p. 101), algodón con el cual pensaba hacerse rico y viajar a Europa.
La segunda característica que nos sirve para ir aclarando que LTH sí es una novela, es el TIEMPO. Según esta característica, “el desarrollo argumental de una narración suele evolucionar a través del tiempo”[3], incluso se argumenta que el “tiempo de la novela no tiene por qué presentarse de manera lineal u ordenada, sino que puede ser alterado libremente por el autor con finalidad estilística”[4].

ERZ ha querido llevar su historia de forma lineal, iniciándola aproximadamente un mes después del inicio de la Primera Guerra Mundial, en 1914, hasta unos meses después de la trágica tarde del 5 de marzo de 1925. (p. 101). “Meses después, las terribles letras se vencieron” (p. 105). Pero podemos decir también que, dentro de la acción, se han insertado fechas posteriores a 1925, como la “Carta de Cipriano X Rubira”, fechada en Lima a 13 de enero de 1927 (p. 51), documento insertado en medio del texto narrativo, como para afianzar la historia del ambicioso y vulgar Felipe de Norena. Con la inclusión de la carta, con fecha posterior a la que concluye la historia, y puesta exactamente en la mitad del texto, ERZ ha recurrido a la técnica denominada “temporalización anacrónica”, de la cual ha usado un recurso: la prolepsis o anticipación, donde “el autor adelanta algunas acciones que aún no se han producido en el relato primario de la novela, es decir, se trata de un salto hacia delante”[5]. ERZ, valiéndose de la carta, nos anticipa algunas historias fraudulentas y ambiciosas de Felipe de Norena, personaje principal, a todas luces, de LTH.
“Un acontecimiento puede durar lo mismo en una narración que en la vida real, pero también puede ser resumido de manera que, por ejemplo, varios años transcurran en pocas páginas…”[6], si es así, esto fue lo que hizo ERZ en cuanto a la duración de su obra, porque en tan solo 109 páginas transcurren de doce a trece años. Con estas características de una autentica novela, vamos viendo que LTH comienza a recuperarse del atropello malintencionado de quienes quieren minimizarla a un género menor.
La tercera característica es el ESPACIO, del cual leemos: “La situación física en que se encuentran los personajes es uno de los recursos principales que los autores utilizan para contextualizar las historias narrativas”[7]. Según este concepto, contamos con sobradas pruebas para que LTH sea una novela. Primero, porque la situación física donde se lleva a cabo el contexto narrativo es el entonces distrito de Huarmey, con algunas salvedades, como por ejemplo la ciudad a donde va a morir el viejo Felipe de Norena. Dentro de los recursos narrativos está permitido que el autor desarrolle su historia en uno o varios lugares, ya sea “en espacios interiores o exteriores, rurales o urbanos, con la finalidad de dar credibilidad a la historia, poder contextualizar a los personajes y producir efectos ambientales y simbólicos”[8], recurso técnico que muy bien lo desarrolla ERZ en su obra. Porque, aparte de usar fechas que acompañan a hechos reales, como la existencia del vapor Telica y su hundimiento frente a la costa huarmeyana, la inundación del 5 de marzo de 1925 o el hecho histórico que protagonizó don Isaías de Piérola “En que apresó al Presidente” (p. 25) (Augusto B. Leguía) el 29 de mayo de 1909, da cuenta también de lugares como: Mandinga, Janca, Puerto Huarmey, Culebras, Las Zorras, La punta de Lagarto, El cerro Maltino, Pai – Pai, Hay - huay Congon, entre otros parajes de la jurisdicción del entonces distrito de Huarmey, y que, hasta hoy, se pueden visitar y ubicar con los mismos nombres.
Todos los lugares mencionados le han servido a ERZ para desarrollar y contextualizar su obra, describiéndolos uno a uno en el momento de desarrollar la trama. Como, por ejemplo, de Gramadal: “La grama campea dueña y señora de la llanura” (p. 30); asimismo, describe la calle principal del pueblo de Huarmey: “A la entrada del pueblo, una sola calle ancha, sombreada de sauces” (p. 17); y, con respecto al valle de Huarmey, escribe: “se abre como un triangulo verde cuyo vértice se incrustará en los andes y su base se curvará femeninamente en golfo de doradas arenas y aguas serenamente azules” (p. 31), descripción que engalana la hermosura viva del pueblo. Del Maltino escribe: “…es un cerro alto de arena, dominando la costa norte de Huarmey, a una legua del valle de Culebras. Es conocido por todos los pescadores y patrones del cabotaje que lo toman como punto de referencia” (p. 63) y, así, otras descripciones que producen un buen efecto del ámbito en el lector.

[1] Me he basado en las características establecidas por el texto “Características de la novela”, de José Carlos Carrillo Martínez. En:
http://personal.telefonica.terra.es/web/apuntesasr/JoseCarlosCarrillo/GenJCCLaNovela.htm.
[2] Esta y las siguientes referencias al libro pertenecen a la primera edición: REYNA, Ernesto. Los tesoros de Huarmey. Perú Actual. Lima, 1936.
[3] http://personal.telefonica.terra.es/web/apuntesasr/JoseCarlosCarrillo/GenJCCLaNovela.htm.
[4] Ibídem.
[5] Ibídem.
[6] Ibídem.
[7] Ibídem.
[8] Ibídem.
(Continúa en el siguiente Pots)

LA PRIMERA NOVELA ANCASHINA SE ESCRIBIO EN HUARMEY - Parte III

(Continuación del anterior titúlo)
La cuarta característica son los PERSONAJES, que pueden “ser reales o ficticios y que a la vez desarrollan la acción narrada por el novelista”[1]. En LTH podemos encontrar personajes reales recreados en el texto, que comparten protagonismo con el narrador, como se lee en los siguientes párrafos: “El poeta de los ojos azules y el hombre de la maquinita” (p. 36), “Bebimos la famosa chicha de Huarmey y salimos a respirar aire; a la orilla del mar” (p. 37), éste es el único párrafo donde el narrador aparentemente coincide con el autor, pues se refuerza con éste: “Pasamos una noche distraída. Poesías, chascarros y leyendas… Vieron mis apuntes sobre la historia de los tesoros de Huarmey y se entusiasmaron de un modo sorprendente” (p. 37), convirtiéndose de esta manera en narrador-personaje o narrador protagonista, técnica en la cual “la narración suele ser autobiográfica, ya que el narrador-protagonista se sitúa como centro de la acción y relata los hechos desde su propio punto de vista”[2].

Para seguir encontrando características que avalen mi teoría de que LTH sí es una novela y no un simple “mosaico de anécdotas, estampas y descripciones”, puede apreciarse que a lo largo del texto narrativo se hallan personajes principales y secundarios, y, como en toda novela, es “fundamental que el narrador ofrezca al lector una caracterización de los personajes”[3] que puede ser física y psicológica. Es física cuando “se describe el aspecto y el modo de vestir”[4]: “–Y tú… qué flaco y descolorido, como un pescado seco… (p. 12), descripción que realiza Pedro Anzúrez-hijo, de su cuñado Norena, o sea, descripción que hace el autor a través de uno de los personajes. Pero también están las descripciones que hace directamente el narrador, como por ejemplo: “Chumbille era un tipo prieto y sarnoso, los ojos amarillos, feo y antipático como un perro con caracha. Se rapaba la frente estrecha, hasta aparecer calvo, para que dijeran que era pensador. Tenía una risa forzada, que lo hacía más repulsivo. Vestía elegantemente y tiraba una pista, imitaba a Abraham Valdelomar…” (p. 93); “Vestidos de diablo fuerte, botas de montar, sombrero de Catacaos, espuelas roncadoras. Pellón sampedrano, alforjas multicolores y mula con apero de plata, era el típico hacendado de cabecera de sierra…” (p. 81).

En la caracterización psicológica se describe “cómo piensan, qué opinan ante la realidad circundante, cómo se comportan”[5]: “Yo, soy enemigo de los malos curas y del diablo, tú eres amigo de ambos” (p. 7) esta es la autodefinición que se hace el personaje Rusquin. Pero el narrador también hace lo suyo y describe a sus personajes: “Ruskín… así apellidaba el viejo filosofo, amante del buen vino, y amoroso padre de trece frescas muchachas” (p. 18); “Y Ruskín, borracho de vino y dicha, con los recuerdos se emocionaba, y una lagrima furtiva rodaba por la mejilla. Pero se rehacía colérico: ¡Judíos, mercaderes, ¡arrancad los árboles! Sembrad algodón… ” (pp. 19-20).

Dentro de una novela existen varios tipos de personajes, entre ellos el agente de la acción, quien “lleva el peso del desarrollo argumental y es el centro de atención de la historia narrada”[6]. Según éste concepto, podemos afirmar que el agente de la acción es el “viejo buscador de tesoros”: Felipe de Norena, alcalde del pueblo, porque es en la figura de este personaje que gira toda la historia narrada.

Otros tipos de personajes, son los que van incrustados como elemento decorativo, aquellos que “no aportan nada fundamental a la acción, sino que su función se limita a dar credibilidad a las acciones que le suceden al protagonista”[7]. En este caso podemos mencionar al hombre tatuado, el poeta de los ojos azules o Salomón Sardinas, entre muchos otros personajes que aportan acciones que permiten hilvanar la historia que se cuenta, teniendo como personaje central a Felipe de Norena.

También se dice que dentro del texto narrado existe un portavoz de la ideología del autor, ya sea protagonista o secundario, pero que le sirve al autor para “aportar su punto de vista personal al desarrollo argumental”[8]. Determinar quién sería el portavoz de la ideología del autor en el conjunto de hechos narrados, donde conviven mentes idealistas y materialistas, amadoras del deleite o desprendidos personajes por la conservación de las tradiciones y las costumbres, se nos resulta una tarea dificultosa si no tenemos más noticias del pensamiento social o político del autor. Lo que sabemos de ERZ es que fue periodista de profesión, ejerció la política a través de su cargo como alcalde del distrito huarmeyano, probablemente siguió algunos lineamientos ideológicos de José Carlos Mariategui, de ahí su aporte intelectual con la publicación de El amauta Atusparia, en la revista Amauta, que dirigiera Mariátegui. Fue un querido agricultor en la ciudad de Huarmey. Todo ello no basta, sin embargo, para determinar cuál es su punto de vista personal dentro del texto narrativo. Pero sí debo concluir que ERZ sintió un profundo afecto por la tierra de las warmys, de ahí la inmortalidad del pueblo en su libro LTH, y no solo ello, sino que llegó a contraer nupcias con una legítima huarmeyana: Rosario Morante.

La quinta y última característica es la de EL NARRADOR o la voz que cuenta lo que sucede en la novela. Hay dos tipos de narradores: el omnisciente y el narrador personaje. En la novela LTH, existe un narrador omnisciente que cuenta todo lo que los personajes hacen, dicen o piensan, excepto en dos subtítulos: en el que da inicio a la tercera parte del libro: “Carta de Cipriano X Rubira” (p. 51), texto dirigido al narrador del libro, donde reseña el momento en que conoció a Felipe de Norena y sobre la expedición que realizó –por la insistente invitación de Norena– al pueblo de Huarmey y al cerro Maltino. En este subtítulo, es el personaje quien se dirige al narrador, convirtiendo a Cipriano X Rubira en “narrador secundario” dentro de la obra. La otra excepción está en el subtítulo “El poeta de los ojos azules y el hombre de la maquinita” (p. 36), aquí el narrador se convierte en narrador-personaje. ERZ emplea el recurso narrativo llamado “narrador protagonista”, porque hace que el narrador relate los hechos desde su propio punto de vista: “Debo tener una proletaria facha de mecánico, con mi overroll y mi gorra, cuando el ente de las gafas con tanto ahínco me habla de maquinas eléctricas” (p. 36), “El hombre de la maquinita nos muestra su artefacto ‘maravilloso’, que saca de una alforja de cuero” (p. 38).
Este ha sido un breve repaso de las características que todo texto narrativo debe tener para ser considerado como novela, y esto se ha comprobado de manera detallada. En conclusión, LTH posee todas las características técnicas y narrativas de una novela.

[1] Ibídem.
[2] Ibídem.
[3] Ibídem.
[4] Ibídem.
[5] Ibídem.
[6] Ibídem
[7] Ibídem.
[8] Ibídem.

LA PRIMERA NOVELA ANCASHINA SE ESCRIBIO EN HUARMEY - Parte IV

“LOS TESOROS DE HUARMEY” SI ES UNA NOVELA, AFIRMACIONES HECHAS DESDE HUARAZ HASTA MEXICO.

Las veces que pude estar en la ciudad de Huaraz asistiendo a eventos culturales durante las décadas de los 80 y 90, pude respirar un aire de unanimidad hacia la personalidad de don Francisco Gonzáles, tal vez el patriarca contemporáneo de las artes huarasinas y ancashinas, recientemente fallecido.

Gonzáles elaboró un significativo trabajo titulado Huaraz, visión integral, publicada en 1992, donde da cuenta de una diversidad de escritores que han puesto como espacio central en sus trabajos a la ciudad de Huaraz. Entre ellos está considerado ERZ. El texto puede ser hallado también por Internet; allí hallamos expresado lo siguiente: “Ernesto Reyna Zegarra (1905-1972). Escritor y periodista nacido en Arequipa y avecindado en Huarmey desde su juventud. Es autor de las novelas: Los tesoros de Huarmey, El amauta Atusparia, publicada en la revista Amauta de Mariategui, y Fitzcarrald, el rey del caucho”[1]. Como podemos ver, Francisco Gonzáles, intelectual huarasino, considera LTH como una novela.

Existe un libro publicado en el año 2002 por la Dirección General de Bibliotecas de la Universidad Nacional Autónoma de México, titulado Índice de escritores latinoamericanos, trabajo elaborado por el tratadista Jorge Luis Gusils. En este libro-índice, aparece LTH, de ERZ, considerado como novela. La ficha, en la página 301, consigna textualmente lo siguiente:
Reyna, Ernesto
Perú
Narrativa
-Los tesoros de Huarmey, 1936,
Lima, Ediciones Perú Actual, novela[2]

¿Será necesario buscar más argumentos para rebatir la teoría de RVV sobre su argumento descalabrado de que LTH “no es una novela propiamente dicha, sino un mosaico de anécdotas, estampas y descripciones”? Creo que no, LTH es una novela publicada el 20 de marzo de 1936, y se trata sin duda de la primera novela ancashina, ambientada y escrita en el distrito costero-ancashino de Huarmey. Y si se quisiera afirmar que LTH deja de ser la primera novela ancashina porque no fue escrita por un ciudadano ancashino, sería un chauvinismo estrafalario que mutila y coacta iniciativas de quienes trabajan sobre y en determinada localidad así no sea su lugar de origen.

Las malas intenciones –supongo– de RVV de desplazar a LTH de su titularidad histórica con un argumento simplemente retórico, tiene un solo objetivo: dar luz verde en todos los sentidos a Anusia de su “paisano” Julio César Pozo Cueva (RVV no es de Marca, de donde fue natural Pozo Cueva, pero sí los padres de aquel), que fue publicado en 1943, y posicionarla arbitrariamente como la primera novela ancashina, argumento que le sirve dolosamente para marquetear a la novela por los espacios ancashinos que él frecuenta, y para lograr su financiamiento a través de dos municipalidades, siendo él mismo el editor, recuérdese que esta nueva edición sale con el sello de Pasacalle, propiedad de Vírhuez.

[1]http://culturayarteancashino.blogspot.com/2008/09/ancashinos-en-la-cultura-huarasina.html.

LA PRIMERA NOVELA ANCASHINA SE ESCRIBIO EN HUARMEY - Parte V

ORDEN CRONOLOGICO DE LAS TRES PRIMERAS NOVELAS PUBLICADAS EN EL DEPARTAMENTO DE ANCASH

1.- La novela “Los tesoros de Huarmey” de Ernesto Reyna Zegarra, se publicó por primera vez el 20 de marzo de 1936.

2.- La novela “Anusia” de Julio César Pozo Cueva, fue publicada por primera vez en 1943.

3.- La novela “Confesiones” de Rolando Guzmán Barnechea, fue publicada por primera vez en 1949.


HEBER OCAÑA GRANADOS
Madrid, 11 de mayo del 2009.


FUENTE SOBRE LAS CARACTERISTICAS DE UNA NOVELA:
JOSE CARLOS CARRILLO MARTINEZ
Si cree que ésto debemos de difundirlo, copielo y difundelo, con solo una condición, considerando la fuente y el autor.