Con rubor y sorpresa, leí hace poco unas afirmaciones nada convincentes sobre un trabajo literario de Ernesto Reyna Zegarra (ERZ), escritor arequipeño que residió en el distrito de Huarmey (hoy provincia), localidad que lo supo acoger y donde fue alcalde hasta en dos oportunidades, lo cual lo convirtió, sin duda, en conocedor de este pueblo (aún pequeño durante el tiempo que vivió allí), en todos sus niveles.
Harto de ver marginada a la actual ciudad de Huarmey en cuanto a referencias bibliográfico-literarias, quiero emplazar a quien declaró lo siguiente respecto a uno de los libros más importantes del escritor ERZ: “Y el libro Los tesoros de Huarmey, del arequipeño Ernesto Reyna, publicado en Lima en 1936, no es una novela propiamente dicha, sino un mosaico de anécdotas, estampas y descripciones”[1]. Esto lo ha escrito una persona a quien tuve ocasión de conocer justamente en mi ciudad natal, Huarmey, durante el mes de marzo de este año en un encuentro brevísimo en la sala de mi casa, donde hablamos sobre proyectos literarios; me refiero a Ricardo Vírhuez Villafane (RVV), escritor y periodista que ha sostenido el texto anteriormente citado en el prólogo de la novela Anusia de su “paisano” Julio César Pozo Cueva, libro que, además de ser el prologuista y editor, ha presentado en las ciudades de Lima y Huaraz.
Como conocedor de la obra de ERZ y como hijo de la tierra que sirvió de espacio para la ambientación y desarrollo de su novela Los tesoros de Huarmey (LTH), manifiesto mi disconformidad con la conclusión que ensaya RVV. A continuación expongo los argumentos que servirán para desmontar esta falsedad que busca corroer y destripar anteriores afirmaciones de gente que en su oportunidad afirmó que LTH sí es una novela.
Para sustentar mi afirmación debo demostrar, en primer lugar y sobre la base de sus características, que LTH pertenece realmente a este género.
Harto de ver marginada a la actual ciudad de Huarmey en cuanto a referencias bibliográfico-literarias, quiero emplazar a quien declaró lo siguiente respecto a uno de los libros más importantes del escritor ERZ: “Y el libro Los tesoros de Huarmey, del arequipeño Ernesto Reyna, publicado en Lima en 1936, no es una novela propiamente dicha, sino un mosaico de anécdotas, estampas y descripciones”[1]. Esto lo ha escrito una persona a quien tuve ocasión de conocer justamente en mi ciudad natal, Huarmey, durante el mes de marzo de este año en un encuentro brevísimo en la sala de mi casa, donde hablamos sobre proyectos literarios; me refiero a Ricardo Vírhuez Villafane (RVV), escritor y periodista que ha sostenido el texto anteriormente citado en el prólogo de la novela Anusia de su “paisano” Julio César Pozo Cueva, libro que, además de ser el prologuista y editor, ha presentado en las ciudades de Lima y Huaraz.
Como conocedor de la obra de ERZ y como hijo de la tierra que sirvió de espacio para la ambientación y desarrollo de su novela Los tesoros de Huarmey (LTH), manifiesto mi disconformidad con la conclusión que ensaya RVV. A continuación expongo los argumentos que servirán para desmontar esta falsedad que busca corroer y destripar anteriores afirmaciones de gente que en su oportunidad afirmó que LTH sí es una novela.
Para sustentar mi afirmación debo demostrar, en primer lugar y sobre la base de sus características, que LTH pertenece realmente a este género.
[1] POZO CUEVA, Julio César. Anusia. Pasacalle. Lima, 2008. p.
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