miércoles, mayo 01, 2013
DOCUMENTAL: PERU, EL RETO DE LEER.
Documental transmitido en el canal dos de España... donde sale el proyecto bibliotecario de la Biblioteca para el desarrollo OBRAJE- ASENTAMIENTO HUMANO SANTO DOMINGO - HUARMEY - ANCASH.
jueves, marzo 28, 2013
Gustavo Tapia Reyes
LA MIGRACIÓN
COMO TEMA
EN LA POESÍA DE
HEBER OCAÑA GRANADOS
Según reflejan las frías
estadísticas, en los últimos años, son miles y miles y miles los peruanos que,
en busca de mejores horizontes -lo cual quiere decir ganar mucho dinero a costa
de enormes sacrificios-, se han visto obligados a emigrar hacia el extranjero,
siendo Chile, Argentina, Estados Unidos, España, Italia, Japón los principales
destinos. Entre aquellos compatriotas, aunque sin duda, con una actitud diferente,
pese a su condición de ciudadano tercermundista (o sudaca como se nos llama a
todos los latinoamericanos por dichos lares), debemos ubicar a Heber Ocaña
Granados (Huarmey, 1966), quien a través del poemario Cartas desde Madrid(2007)
(*), hecho en gran parte con versos de arte mayor, a lo largo de 14 poemas de
variada extensión,nos entrega su punto de vista, desperdigado en distintas
auras, interpoladas al tema central de la migración, donde el hombre se va
convirtiendo de a pocos en un desarraigado, no perteneciendo al entorno,
circundándolo en cada día sino que se mantiene añorando la naturaleza de ese
lugar donde, al nacer, por primera vez observó la luz del mundo.
Pese a todo, siendo un inmigrante
más, tiene que empezar señalando la necesidad de forjarse un espacio propio,
conforme es el caso del también ex Director del Instituto Nacional de Cultural
(INC-filial Huarmey) y, para alcanzar ello, debe y está obligado a marcar una
determinada parcela de territorio donde, construyendo su auténtico reino, le
permita, cuando menos, sobrevivir. Por eso, luego de orientarse en la
autodefinición de ser un auténtico luchador convicto y confeso: Soy el buen soldado de la distancia/
(p.26), sostiene decidido y amparándose en un tono manido de una terrible desolación,
parecido al de Jesús en las Sagradas Escrituras, continua diciendo: Mi reino no es de este mundo,/ Donde el
tiempo habita sin conmiseración/ Y con estupor,/ afirmando estrofas después
la dura realidad de ser un esposo, padre, amante, que dejó a una familia
residiendo en el terruño, amparado en la esperanza del pronto retorno para el
glorioso reencuentro: Mi reino yace en la
palma de tus manos vacías,/ Entre féretros impacientes y desnudos/ A donde
algún día iremos a vivir/ (p.9), no resultándole tampoco fácil de asumir
tal aseveración, aunque hallándose en la misma condición del resto, afirma
queriendo diferenciarse: Yo tengo más
horizontes que naufragios./Y debo seguir... seguir…/ (p.27), agregándole
una alta dosis de burla y de cinismo, convirtiéndolas en herramientas para
enfrentar, con la mayor tranquilidad posible, el impacto de ser un extranjero,
no siempre bien visto en una Europa, acaso esporádicamente racista: Me río de la universidad que abandoné,/ De
los estudios que dejé tirados por las calles de Lima./ De los poetas que se
olvidaron de mí/ O de los poetas que yo me olvidé./ (p.24).
Quizás digamos para un joven con
sed de aventuras o anhelando vivir los riesgos de la misma existencia, la
inmigración sea apenas el eslabón de una larga cadena, a la cual se desea con
cierta locura, propia de la edad. No es lo mismo para quien tiene el peso de
los años encima, que sabe puede estar enfrente de una última oportunidad
valiosa o, en su defecto, asumir un rotundo fracaso, sintiendo la soledad, la tristeza,
la lejanía, aun cuando sabe -he aquí la certeza ante su desesperanza-que todo
va a proseguir inamovible ante el avance de la cronología y ella, la esposa,
estando en la enorme distancia geográfica, separándolos: Moribundo yo que no te veo./ Cómo se amontonan los años en tu vida./
Mal tiempo para ser feliz./ (p.15), sensaciones
que vive al otro lado del charco, allende, en ultramar, donde se encuentra
confinado, siendo un lugar específico: Y
cada día estaciono mis largas esperas/ En Barajas/ Terminal dos/ (p.8),
inclusive abjurando de sí mismo, de su propia naturaleza llevándolo por
distintos caminos, desde su perspectiva no igualmente grata a pesar suyo y de
cuanto hizo en espera de conseguir emerger del anonimato que entonces
permaneció albergándolo: Por qué tuve que
escribir versos/ Si mis horas de risas iban a morir/ (p.12), culminando en
ser consciente que solo es un extranjero más, uno más queriendo ser tan
distinto a cuanto otrora pudo ostentar o por alguna razón negó. Se halla
viviendo en otra estación: Vengo para ya
no ser poeta,/ Para volver a ser simplemente un ciudadano de mi patria./ Un
hijo de mi tierra./ (p.13).
Todo el poemario tiene un claro
tinte autobiográfico, imposible de soslayar. Ocaña Granados no disimula nada en
absoluto y, a diferencia de lo que hacen muchos poetas creándose un alter ego,
es él y solo es él desbordándose sin disfraces en procura de dar una válvula de
escape a cada una de sus vivencias, primero habiendo sido hasta una especie de
triple oficios (apenas cuando llegó a la tierra del poeta Antonio Gamoneda),
evocando aquellos días donde se define fue: El
que lavó vajillas en un restaurante madrileño,/ El que atormentado por el
lenguaje vulgar y déspota/ Del jefe de cocina./ Yo, el inmigrante fregador y el
jardinero./ (p.19) y, siendo un trabajador dedicado a cargar y botar lo que
en el Perú se conoce como “desmonte”, en otra parte, llega a decir: Hoy estoy escribiendo/ A la belleza de los
escombros/ A los humedales secos/ Y la herida de los huesos/ (p.7). También
aparece la esposa como un fantasma doliente y, a la vez amparador, a partir
solo de los recuerdos fluyendo con toda naturalidad: Yo no tendría por qué decirte nada/ Mi adorada Regina/ Si podemos ir a
casa juntos/ (p.14), llegando a la más absurda conclusión, donde aquella
dama, dejando de tener tal extremo, se torna en la encarnación de una nada más
desesperante y el vacío más devorador -como la mandíbula de una ballena a
Jonás-, cayendo en la angustia de dolorosamente comprobar que: La muerte es tu ausencia al otro lado del
Atlántico./ La blusa sin escote que deja ver tus senos./ Un día sin verte por
Internet./ (p.23).
Aunque las Cartas desde Madrid no
están divididas en partes, podemos claramente encontrar un hilo conductor en
torno al caro tema de la migración, solo estableciendo lazos que se inician con
el poema de entrada para ubicarnos en: La
espera del inmigrante, luego sigue con el lamento enfrente de lo
anteriormente vivido en: De qué me sirvió
ser poeta, se afirma después con el Poema
a la belleza de los escombros, expresivo en tanto refleja en parte el
diario transcurrir de aquel migrante, llámese el propio Heber Ocaña (o también
cualquier otro), prosigue con su adaptación, asumiendo acaso la condición de
pretender conquistar a la ciudad en: Yo
cabalgo por tus calles,Madrid y culmina en la identificación plena de ser
quien escribe, sabiendo incluso que le servirá de poco en el Poema del inmigrante en Madrid; mientras
los restantes poemas se van engarzando alrededor de éstos, a manera de las
ramas de un árbol sobre el tronco, sea dentro de la subjetividad expresada en Mi reino como en Sinfonía lenta para un amor ausente o La tarde mastica tu belleza, pasando por el tono aletargado, casi
elegíaco de Campanas dobladas, el
hondo pesimismo impregnado en Qué es la
muerte y Yo no tendría por qué hablar
de mi muerte y cerrandode manera impecable con No celebro nada con mi risa, a la par que Un bolero es … y Yo develo tu sangre con mi sudor, que en razón de
su marcado carácter fragmentario, agregan poco a todo lo anterior, salvo por
algunos versos extraíbles hacia el conjunto de lo mínimamente antologable.
En el mismo sentido, recordamos
en junio del año 2007 en Huarmey, mientras desempeñábamos un cargo de confianza
en la UGEL de la provincia del mismo nombre, apareció una tarde Heber Ocaña
Granados que estaba de visita, presentándose en persona con su mirada
nostálgica y palabras melancólicas, para sorpresa nuestra, a quien yo solo
había conocido hasta ese momento por los mensajes intercambiados vía el
Messenger, diciéndome a poco que su volumen Cartas desde Madrid, cuidadosamente
editado, era la primera publicación con la cual se estaba intentando dar a
conocer ante la comunidad latina residente en España, olvidando su
participación en el Certamen Literario “Ciudad de Getafe” (2003), donde
obtuviera un honroso reconocimiento. No era para ese entonces un advenedizo
recién llegando a las letras sino alguien que realizara los estudios primarios
y secundarios en la Institución Educativa “Inca Garcilaso de la Vega”, en una
de cuyas paredes aún se conserva o se conservaba (creo) escrito en letras
visibles uno de sus poemas, después siguió por unos años la carrera de
Educación en la Universidad San Martín de Porres (Lima), especialidad Lenguaje
y Literatura, habiendo fundado la Biblioteca Comunal “Obraje” y el Centro de
Investigación, Información y Documentación de la Provincia de Huarmey que,
aparte de publicar una serie de opúsculos referidos a su tierra natal, también
se había dado tiempo para dar a conocer los poemarios Canción de los ancestros (2000) y Oscura habitación (2002).
Un notorio defecto en la poesía
de Heber Ocaña es su descuido o su propensión a la adjetivación excesiva,
olvidando que no necesariamente por incluir palabras como ornamentos se es más
contundente. Muchas veces se puede arribar a la perfección de cuanto se quiere
comunicar siendo lacónico o conciso. En resumidas cuentas, dicha opción
extravía a Ocaña Granados, haciéndolo caer en la redundancia: Y tú todavía aún no has llegado/ o /Un frío que nunca jamás sentimos en
nuestro barrio/ (p.8), donde está demás el empleo de dos adverbios de
tiempo “todavía” y “aún” en un mismo verso, por cuanto ambos poseen una
relación de sinonimia como en el caso de “nunca” y “jamás” que mantienen una
misma categoría gramatical, aparte de también ser sinónimos o en el yerro de
inclinarse por un cuarteto innecesariamente rimado, aunque suena monorrítmico
en un poema, cuya estrofa anterior y estrofas restantes están hechas de versos
libres: Son lánguidos sus ojos,/ Umbrosas
sus cabelleras./ No guardo por ella enojos,/ Ni mucho menos sus toscas
quimeras/(p.11). Otro defecto radica en su poca atención por contener el
influjo de una realidad circunstancial que, siendo distante, continúa
doliéndole, prosigue perturbándolo hasta llevarlo por el prosaísmo endureciendo
peligrosamente el verso, cuando -como le pasaba al ilustre Neruda- al exponer
ideas ingresa en callejones sin salida, mazacotes de prosa puestos en forma de
versos: Me río de los déspotas del mundo
mundial: de Bush, de Aznar,/ de la Lourdes sin flores, de la Lourdes sin beso,/
del Alan patilla blanca./(p.24). Le faltó ese trabajo indispensable de,
empleando las tijeras, quedarse con la esencia, alcanzando la “condensación
estética” de la que hablaba el ensayista mexicano Alfonso Reyes.
Sin embargo, queda mucho todavía
por esperar en la poesía de Heber Ocaña Granados. No creemos haya dado lo mejor
de sí en este libro ni que sus intentos se hallen limitados a quedarse solo en
eso. Quizás aún esté andando un camino de largo aprendizaje y, aunque no
siempre todos los que se van al extranjero, llevando la vocación literaria en
la sangre, pueden o logran superarse de manera sorprendente (por supuesto,
ejemplos hay muchos en todas las lenguas), esperamos en el caso del igualmente
autor incluido en la Antología
internacional de poesía amorosa (2006), preparada por Santiago Risso, haya
un avance en sus posteriores entregas y sepa aprovechar bien los aportes que
brinda el viejo continente a quienes con distinta sensibilidad suelen llegar
hasta allí para habitarla. Es un reto sumamente difícil, lo sabemos, superar lo
avanzado en procura de no estancarse, en tanto, salvo excepciones confirmando
la regla, nunca obvie la certeza de que el gran Félix Rubén García Sarmiento,
mejor conocido como Rubén Darío, de haberse quedado en su natal Nicaragua,
probablemente nunca hubiera llegado a la cima de la poesía universal.
(*)
OCAÑA, Heber Cartas desde Madrid, Ornitorrinco Editores, Lima, 2007. De esta
edición hemos extraído las citas de nuestro ensayo.
LABORES COTIDIANAS - (poema)
Poema escrito en homenaje a mis padres...
La calle silenciosa.
Una puerta cerrada /muchas puertas cerradas.
La tenebrosa noche detrás de las farolas,
El recuerdo inquieto de mi memoria
Trasciende las fronteras de la luz
Y veo el amanecer de los amores de mi madre
Desparramándose en el mercado de abastos del pueblo
Con olor a verdura y ají.
En el otro lado de la escena, mi padre, viniendo del trabajo
Con su olor a kerosene y a madrugada,
Entrañablemente vestido con acento serrano,
De paso ligero y de atenta mirada,
Ahí los veo,
A los dos /
Parados en frente de mi vida
Para Orientarme con dócil disimulo
De mis caminos por las arterias peligrosas del porvenir.
Del futuro… de la vida que me espera,
De la espera a la vida.
Mis padres caminan por la bóveda de mis fortuitas noches silentes
Como dos amores sin rencor ni olvido.
CONVERSACION CON ALBERTO (Monólogo biográfico)
Autor: Heber Ocaña Granados
Hoy es 26 de marzo Alberto, del año 2015… cuántos años han pasado de aquel día de tu inmolación, exactamente 82 años, probablemente recuerdes el zumbido de las balas, que pasaban cerca de ti y cómo los esquivabas con astucia y valentía, así mismo el buen uso de tu ametralladora que como viento arrollador sabias usarlo, dominando tu emplazamiento y haciendo sentir tu poder de soldado raso al enemigo; posiblemente recuerdes también, el chillido de los pájaros muy cerca del río Napo en el poblado del Putumayo del Nor oriente peruano, hasta ahí llegaste, con tu uniforme de soldado raso, verde olivo, dispuesto a defender la soberanía de tu patria, ¿te acuerdas cuantos años tenías, aquel entonces?... claro que recuerdas, pero déjame decirlo, para que sepas que ahora mismo te estamos recordando… tú tenías 22 años con 7 meses y 23 días, aquel día que una granada, estremeció tu cuerpo camino a la inmortalidad.
Cuando
naciste, aquel 3 de agosto de 1910, gobernaba nuestra patria, Augusto B.
Leguía, el mismo Presidente que cedería el territorio por el que tú pelearías
22 años después, con el tratado de límites llamado Salomón-Lozano, firmado el
24 de Marzo de 1922. Todos dicen que eso fue una cobardía por parte del
Presidente Leguía; por eso, 10 años después, un
primero de setiembre de 1932, un buen grupo de peruanos residentes de la
población de Leticia ubicada en el llamado Trapecio Amazónico, expulsaron a las
autoridades colombianas de dicho lugar. Esto fue el origen para dar paso a tu
heroicidad y fecundar en nosotros, el espíritu valiente que guardamos en
nuestros corazones, como un grandilocuente león dormido.
¿Sabes?...
esta generación debe de saber los nombres de tus padres, aquella familia
honorable que te engendro y te inculcó el amor a ésta tierra, ellos partieron a
la eternidad después de ti: Don Santos Reyes Gamboa y Doña Genoveva Gamarra de
Reyes, familia del campo y la buena semilla, de quienes también aprendiste a tu
corta edad, a cosechar la tierra a golpe de sudor y esfuerzo, en el sector del
Campanario.
Cómo habría
sido la Educación en el Huarmey de aquel entonces estimado Alberto, en las
primeras décadas del siglo XX, porque cuando tú tenías 16 años, recién
terminabas tu 2° año de instrucción primaria, y saliste aprobado con un 13, así
lo reseña el acta de examen de promoción, que está firmado por el Comisario
Escolar Distrital de la escuela fiscal 3124; luego de todo eso, del gran
esfuerzo de tus padres por verte realizado, te enrumbaste hacia Huacho, dejando
en los brazos de mamá Genoveva a Atilio y a José, tus hermanos menores, saliste
fuera de tu tierra a trabajar y a conocer la lejanía de los padres y del terruño,
nada te amilanó, seguiste tu destino hasta llegar a vestir el uniforme del
ejército peruano, la misma que valientes
soldados la hicieron florecer con el sudor de su frente y con la sangre de sus
venas.
Ahora
estamos hablando de ti, de tu posición de apuntador de una ametralladora en el
puesto de apoyo Nº 2, del ya conocido combate de Gueppí, y de cómo la explosión
de una granada inmortalizó tu vida, estruendoso grito salieron de lo más
profundo de tu alma, gritando el nombre bicolor de tu patria y probablemente,
nadie te haya contado, que el Teniente E. P. Alejandro Calderón expreso de tu
gloria lo siguiente: “Mi capitán Tenorio, en este momento acaban de matar de un
cañonazo al soldado Alberto Reyes, apuntador de una de mis piezas, el que junto
con su arma ha quedado sepultado en la trinchera”, tú en ese momento no oías
nada, solo la figura circunspecta de tu patria se enraizaba en tu memoria, en
tu coraje, para llevarte por siempre tu festejada agonía, porque al morir aquel
26 de marzo de 1933, marcabas con tu sangre la historia más valiente de ésta
tierra de la cordialidad, y ahora sabrás, que a tu tierra, a este pequeño
pueblito de tus años juveniles, le llaman la ciudad de la cordialidad, y los
campos por donde caminabas, muchos de ellos ya se han urbanizado y otras costumbres y otros
apellidos albergan en su pecho.
Tal vez
tampoco lo sabías, que fuiste reconocido como héroe nacional por el parlamento
peruano, siendo Presidente de la República el General Oscar R. Benavides, y en
tu nombre y en el nombre de todos con quienes defendiste nuestra soberanía, la
Compañía Antiaérea Nº 5, ha erigido un obelisco en el pueblo de Leticia, donde
cada 26 de marzo como hoy y frente a tu aposento heroico, mencionan tu nombre y
probablemente, en el lugar donde te encuentres, resuelto de optimismo, te pones
de pie y con el cuerpo erguido como buen soldado peruano, respondes a unísono,
conjuntamente con el grito del viento, tu exaltado nombre desde la mansión de
los héroes.
Y para no
quedarnos atrás estimado Alberto, tus paisanos, erigimos un busto de tu
broncínea figura, fue en 1945, cuando tú habrías cumplido los 35 años; en ese
entonces, el alcalde del pueblo era Don Juan G. Morales de la Torre, que quiso
perennizar en los ojos de todas las generaciones, tu rostro febril de
huarmeyano bronceado por el mar de Manache y eso no es todo, la principal calle
de la ciudad lleva tu honorable nombre, con el grado póstumo que el estado
peruano te ascendió: Cabo Alberto Reyes, aunque muchos de los actuales
residentes te degraden, nombrando sencilla y escuetamente Av. Alberto Reyes.
Y debo ser
sincero contigo Alberto, no sé desde cuando te han nombrado el “Eterno
centinela del amazonas”, pero es un bonito gesto de quien te nombro, y lo más
probable haya sido por tu coraje y por la sagacidad de tu espíritu, que te
encumbro en el pedestal de los héroes, para que todos los años vengamos en
peregrinación patriótica, a rendirte los honores de héroe nacional, reconocido
por ley N° 24090.
Ya debo de
irme estimado Alberto, tú te quedas en tu gloria y yo me voy llevándote en mi
memoria.
Una
colaboración del Centro de Investigación, Información y Documentación de la
Provincia de Huarmey, del Proyecto Futura.
Escrito en Huarmey el 25 de marzo del 2013, corregido y aumentado, el 25 de marzo del 2015.
PROFESOR DE LAS TABLAS SUFRE DEL LLAMADO NARCISISMO NECESITA URGENTE TRATAMIENTO PSIQUIATRICO
En la antigua tierra de las warmys bellas, donde alguna vez existieron afanosos hombres que construyeron inmensos fortines para hacer frente a invasores y conquistadores, donde otrora tiempo fue bendecida con la preparación exquisita de las muchas veces premiada bebida sagrada de los incas: La chicha, ahí donde está asentada la mejor playa de la costa peruana, existe en estos tiempos del siglo XXI un personaje que según el pronunciamiento técnico y profesional de un psicoterapeuta, viene sufriendo las inclemencias de una patología que le viene desheredando, -sin clemencia- de sus cualidades humanas.
La opinión que tiene el psicoterapeuta sobre el autocalificado mejor profesor y lector empedernido de más de 4 mil libros en su haber, tras estudiar uno de sus escritos publicados en su cuenta del facebook, donde señala: “Ahí están mis pequeños aportes para que el elenco teatral de Fátima sea Campeón Regional o el granito de arena para que la FIESTA -2012 sea el más grande de la Historia”; sobre éste manifiesto, el psicoterapeuta ha señalado: “Es propio de los psicópatas interpretar la realidad de acuerdo a sus intereses, y construir un edificio de ideas sobre esa falsa interpretación, dentro de esta línea psicopática el paciente viene manipulando y tergiversando lentamente la realidad, manifestando resultados de un trabajo, por el que es remunerado, por lo que tiene por obligación, a través de una Directiva emanada por el Ministerio de Educación de ejecutarlo y aún con todo eso, manifiesta y exige descabelladamente que debe de recibir honores y condecoraciones”. Dentro de sus conclusiones también manifestó: “El mencionado profesor sufre del mal llamado narcisismo, que se viene manifestando de una forma patológica extrema con algunos desordenes de su personalidad, como el trastorno narcisista de la personalidad, en el que el personaje de las tablas y su yoyismo exagerado, sobreestima sus habilidades y tiene una necesidad excesiva de admiración y afirmación, y todo esto pasa, porque ciertas personas de su entorno le hacen creer y le hacen el juego de su narcisismo dislocado, y como diagnostico y conclusión, el psicoterapeuta manifestó, que: “Estos desordenes pueden presentarse en un grado tal, que se vea severamente comprometida la habilidad para vivir una vida feliz o buena, al manifestarse dichos rasgos en la forma de egoísmo agudo y desconsideraciones hacia las necesidades y sentimientos ajenos”, por lo que recomendó que, para evitar la pérdida de la razón por su elevado narcisismo, recomienda a sus allegados, entre los que estarían amigos, -aunque manifiesta que el estudiado profesor, a estas alturas no deberá tener ya amigos que lo soporten- deberían de llevarle a su respetivo tratamiento y no caer en su juego, que agravaría su enfermedad.
Por último, el psicoterapeuta ha manifestado, tanto el reo en cárcel Alberto Fujimori, como el desubicado profesor de las tablas, deberían de pasar por un tratamiento psiquiátrico urgentemente.
Para concluir, el narcisismo es la excesiva complacencia en la consideración de las propias facultades u obras.
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