lunes, octubre 23, 2006

CLIENTES DE MIS VERSOS

Cuando mis padres se dieron cuenta que escribía poesía, posiblemente habrían sentido desvanecerse por dentro, una súbita luz oscura le envolvería sus cuerpos, y la más trágica sensación sería que estaban perdiendo un hijo, porque mi estado emocional por esos días, era de rebeldía. Hasta seguramente pensaban que mi vida seria una pérdida de tiempo, sin ningún provecho para la comunidad en que vivía, puesto que mi padre, siempre mantuvo el liderazgo en su centro de trabajo, dentro del sindicato a donde pertenecía.
En mis primeras épocas de practicante como escritor de versos, muchos de mis familiares lo veían como una practica en desuso y de mal gusto. Nadie me aplaudía. Era una lucha con la indiferencia. Mis amigos del barrio casi no me tomaban en cuenta para nada, porque nunca jugué una pichanguita con ellos, porque sabían que el fulbito no me llama la atención y que mi vida era solo de un chiquillo flojo, dormilón y sufrido, en el sentido más romántico de la palabra.
Pero será cierto que escribir poesía no es trabajar? aún mucha gente piensa que escribir poemas es una total pérdida de tiempo y el que lo practica es una persona sin ninguna visión de futuro. Es más, hay otros que creen que el poeta es un remedo testarudo del conocido zángano, familia de la abeja.
Miguel Munárriz es un poeta español que publicó un solo libro de versos, actualmente es editor de poesía, agitador poético, amigo de poetas y poetastros, según señala el diario “El País” en su edición del martes 4 de mayo del 2004. Munárriz dice que “la poesía da mucha vida y sirve para todo, sirve para el amor, para el desamor, la política, el aburrimiento... incluso como autoayuda, la poesía es sin duda el género de autoayuda más antiguo, el lenguaje fundamental para entender el mundo”

Ahora los temas de los versos y su influencia en la vida cotidiana de los muchachos de mi barrio de Santo Domingo, es notorio, y han aprendido que una buena correlación de palabras justas y precisas es una buena forma de lograr amistades, amores, besos y hasta beberse un vaso con la popular Chela o con la chica a quien se “afana” o se pretende “caerla” como se dice en criollo peruano.
Desde esta España distante, vengo contribuyendo a que algunos de mis amigos sientan el halago de una chica cuando ésta moviliza sutilmente sus labios, de donde solo sale flores que perfuman su vanidad varonil, luego que el amigo le envía el poema que escribí, previo pedido que hacen por mi correo electrónico o por el Messenger. Según como me cuentan los amigos, la pretendida rebosa de alegría cuando recibe a través de su correo el poema que lleva como titulo su nombre y cuyo agradecimiento es un reguero de halagos vía Internet: Que bonito escribes... Escríbeme otro poema… Están bellos... gracias, eres bonito... cosas así, que al pretendiente solo le causa risa aunque esos gestos de agradecimientos le hace sentir cada día más seguro de poder caerla y hacerla suya o de lo contrario mantener vivo la atracción que posee en la chica. Los amigos a quien prefiero llamarles “clientes de mis versos” me cuentan con detalle de cómo es la reacción de la pretendida. Y eso a mi me llena de alegría de saber que contribuyo a la forja de nuevos amores, fomentando la unión de parejas que consolidan el amor en los tiempos en donde el mundo se debate entre guerras y conflictos sociales, ya sea por el torpe fundamentalismo bárbaro o por las ambiciones petroleras, de quienes pretenden buscar la paz en el mundo, siendo integrantes del consejo de seguridad de las Naciones Unidas y que estos a la vez, son los mayores exportadores de armas en el mundo con el 80% del total del mercado en sus manos.
La fuerza de la palabra bien dicha, conlleva también, a confiar en que un verso tiene la osadía de librar batallas arduas con la indiferencia, con el olvido, con la vanidad, con la templanza firme del capricho femenino, y todo para que el verso o un poema no sea una vieja forma de conquistar, sino una modalidad eterna y primaveral de llegar a cumplir objetivos del corazón, del sentimiento.
La poesía es la forma más alta de la literatura, aunque escribir una novela es más trabajo para hacerlo pero un poema es más sagrado, más cerca al hombre y su territorio profundo de luces destellantes.
¿Hasta aquí seguiremos pensando que escribir poesía no es trabajo? En España en donde más del 52% de la población lee, la poesía no sigue siendo comercial como la narrativa. Hay uno o dos poetas que han acaparado el mercado poético en los españoles. En mi barrio está sucediendo algo que nunca se dio, porque día a día se acrecienta la fe en la poesía para lograr una meta, lograr una hazaña juvenil. Lo siento desde mi recinto de internauta, porque día a día me llegan pedidos de los “clientes de mis versos” que los complazco con mucho agrado.
Miguel Munárriz dice que “lo más importante del poema es que provoque emoción en el lector. Que tenga chispazo y que diga lo que dice y enseñe lo que no dice”
En España como en el Perú y en todo el mundo, se premian a los poetas cuando el poeta ya cumple los 97 años, y lo que es más estrambótico es que en España se le da la medalla de oro al trabajo a un poeta de 97 años... es decir, los poetas tienen que publicar entre 30 libros para que digan que recién ha trabajado y se merece una medalla al trabajo... la mejor medalla que yo tengo en estos días es el pedido de los clientes de mis versos y que con eso contribuyo a que mis amigos besen y abracen solemnemente a su nuevo amor... si es que está en sus habilidades de lograr fortuita hazaña...

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