Autor: Heber Ocaña Granados
Hoy es 26 de marzo Alberto, del año 2015… cuántos años han pasado de aquel día de tu inmolación, exactamente 82 años, probablemente recuerdes el zumbido de las balas, que pasaban cerca de ti y cómo los esquivabas con astucia y valentía, así mismo el buen uso de tu ametralladora que como viento arrollador sabias usarlo, dominando tu emplazamiento y haciendo sentir tu poder de soldado raso al enemigo; posiblemente recuerdes también, el chillido de los pájaros muy cerca del río Napo en el poblado del Putumayo del Nor oriente peruano, hasta ahí llegaste, con tu uniforme de soldado raso, verde olivo, dispuesto a defender la soberanía de tu patria, ¿te acuerdas cuantos años tenías, aquel entonces?... claro que recuerdas, pero déjame decirlo, para que sepas que ahora mismo te estamos recordando… tú tenías 22 años con 7 meses y 23 días, aquel día que una granada, estremeció tu cuerpo camino a la inmortalidad.
Cuando
naciste, aquel 3 de agosto de 1910, gobernaba nuestra patria, Augusto B.
Leguía, el mismo Presidente que cedería el territorio por el que tú pelearías
22 años después, con el tratado de límites llamado Salomón-Lozano, firmado el
24 de Marzo de 1922. Todos dicen que eso fue una cobardía por parte del
Presidente Leguía; por eso, 10 años después, un
primero de setiembre de 1932, un buen grupo de peruanos residentes de la
población de Leticia ubicada en el llamado Trapecio Amazónico, expulsaron a las
autoridades colombianas de dicho lugar. Esto fue el origen para dar paso a tu
heroicidad y fecundar en nosotros, el espíritu valiente que guardamos en
nuestros corazones, como un grandilocuente león dormido.
¿Sabes?...
esta generación debe de saber los nombres de tus padres, aquella familia
honorable que te engendro y te inculcó el amor a ésta tierra, ellos partieron a
la eternidad después de ti: Don Santos Reyes Gamboa y Doña Genoveva Gamarra de
Reyes, familia del campo y la buena semilla, de quienes también aprendiste a tu
corta edad, a cosechar la tierra a golpe de sudor y esfuerzo, en el sector del
Campanario.
Cómo habría
sido la Educación en el Huarmey de aquel entonces estimado Alberto, en las
primeras décadas del siglo XX, porque cuando tú tenías 16 años, recién
terminabas tu 2° año de instrucción primaria, y saliste aprobado con un 13, así
lo reseña el acta de examen de promoción, que está firmado por el Comisario
Escolar Distrital de la escuela fiscal 3124; luego de todo eso, del gran
esfuerzo de tus padres por verte realizado, te enrumbaste hacia Huacho, dejando
en los brazos de mamá Genoveva a Atilio y a José, tus hermanos menores, saliste
fuera de tu tierra a trabajar y a conocer la lejanía de los padres y del terruño,
nada te amilanó, seguiste tu destino hasta llegar a vestir el uniforme del
ejército peruano, la misma que valientes
soldados la hicieron florecer con el sudor de su frente y con la sangre de sus
venas.
Ahora
estamos hablando de ti, de tu posición de apuntador de una ametralladora en el
puesto de apoyo Nº 2, del ya conocido combate de Gueppí, y de cómo la explosión
de una granada inmortalizó tu vida, estruendoso grito salieron de lo más
profundo de tu alma, gritando el nombre bicolor de tu patria y probablemente,
nadie te haya contado, que el Teniente E. P. Alejandro Calderón expreso de tu
gloria lo siguiente: “Mi capitán Tenorio, en este momento acaban de matar de un
cañonazo al soldado Alberto Reyes, apuntador de una de mis piezas, el que junto
con su arma ha quedado sepultado en la trinchera”, tú en ese momento no oías
nada, solo la figura circunspecta de tu patria se enraizaba en tu memoria, en
tu coraje, para llevarte por siempre tu festejada agonía, porque al morir aquel
26 de marzo de 1933, marcabas con tu sangre la historia más valiente de ésta
tierra de la cordialidad, y ahora sabrás, que a tu tierra, a este pequeño
pueblito de tus años juveniles, le llaman la ciudad de la cordialidad, y los
campos por donde caminabas, muchos de ellos ya se han urbanizado y otras costumbres y otros
apellidos albergan en su pecho.
Tal vez
tampoco lo sabías, que fuiste reconocido como héroe nacional por el parlamento
peruano, siendo Presidente de la República el General Oscar R. Benavides, y en
tu nombre y en el nombre de todos con quienes defendiste nuestra soberanía, la
Compañía Antiaérea Nº 5, ha erigido un obelisco en el pueblo de Leticia, donde
cada 26 de marzo como hoy y frente a tu aposento heroico, mencionan tu nombre y
probablemente, en el lugar donde te encuentres, resuelto de optimismo, te pones
de pie y con el cuerpo erguido como buen soldado peruano, respondes a unísono,
conjuntamente con el grito del viento, tu exaltado nombre desde la mansión de
los héroes.
Y para no
quedarnos atrás estimado Alberto, tus paisanos, erigimos un busto de tu
broncínea figura, fue en 1945, cuando tú habrías cumplido los 35 años; en ese
entonces, el alcalde del pueblo era Don Juan G. Morales de la Torre, que quiso
perennizar en los ojos de todas las generaciones, tu rostro febril de
huarmeyano bronceado por el mar de Manache y eso no es todo, la principal calle
de la ciudad lleva tu honorable nombre, con el grado póstumo que el estado
peruano te ascendió: Cabo Alberto Reyes, aunque muchos de los actuales
residentes te degraden, nombrando sencilla y escuetamente Av. Alberto Reyes.
Y debo ser
sincero contigo Alberto, no sé desde cuando te han nombrado el “Eterno
centinela del amazonas”, pero es un bonito gesto de quien te nombro, y lo más
probable haya sido por tu coraje y por la sagacidad de tu espíritu, que te
encumbro en el pedestal de los héroes, para que todos los años vengamos en
peregrinación patriótica, a rendirte los honores de héroe nacional, reconocido
por ley N° 24090.
Ya debo de
irme estimado Alberto, tú te quedas en tu gloria y yo me voy llevándote en mi
memoria.
Una
colaboración del Centro de Investigación, Información y Documentación de la
Provincia de Huarmey, del Proyecto Futura.
Escrito en Huarmey el 25 de marzo del 2013, corregido y aumentado, el 25 de marzo del 2015.
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