viernes, enero 26, 2007

MI NOSTALGIA LA ESCRIBO CON HUARMEY



Hace más de una década atrás, escribí un poema a Huarmey, en donde presagiaba mi lejanía del puerto. A veces nos volvemos profetas de nuestros propios destinos y escribimos lo que viviremos en un tiempo por venir. En aquel poema decía entre otras cosas, “yo hago un poema para ti Huarmey…/ un poema…/ para que cuando yo me vaya / no estés solo, / Y para que siempre seas / Un mar inmenso en las palmas de mis manos / Un río en las vertientes de mi pecho”.
Hoy Huarmey, es en mí, una nostalgia, un pensar diario sobre su posibilidad de salir adelante, de querer impedir, que no sigan saliendo sus hijos de esas tierras… porque eso duele; duele abandonar una vida que no te envuelve en el estrés, que no te sucumbe en la maldita manía de estar viendo el reloj a cada paso de la mañana, o de estar buscando en un rescoldo de tu memoria algún momento vivido, para aliviar la dura faena del día, que te ha dejado con las ganas de querer volver a tu tierra, porque en la tuya, cuando llegas a casa, te espera un beso, un ¿cómo estás viejo?.. Qué tal te ha ido el día? ... descansa un momento, mientras yo voy preparando tu comida…en fin, mil formas diferentes de ser recibido; pero por acá, luego de la faena del día, te tienes que preparar tu comida… o de lo contrario, cocinarte para unos 5 días… como mínimo…como la mayoría de la veces que lo hago.. Y ahí es cuando la nostalgia entra por la puerta grande de la casa, y pienso en ti Huarmey. Pienso en tu tarde de viento y polvo, en tu noche de silencio y de amores secretos y en tu mañana de tranquilidad y de saludos conocidos y me digo, solo y humillado por la nostalgia que corroe como serpiente venenosa mi estado anímico, que nada se compara con tu atardecer de muchachos peloteando en plena calle, cortando la vía a los moto-taxistas, o charlando en las esquinas con los amigos, de lo que hizo o no hizo el Alcalde, el Subprefecto o el Director del Hospital,…y decir, una salpicadita lujuriosa, que la chibola de a lado, la hija del vecino, ya es carne para el cañón, comida para el hambriento… O que ya tá buena pál catre.
Huarmey es eso, una buena fiesta todos los días por su tranquilidad, por su sosiego, y eso se extraña; porque por Madrid, las cosas son diferentes, nadie te espera en casa, todos los días estás solo, nadie entra a tu habitación y te da una palmada en la espalda y te dice, como quien se inclina a la benevolencia: pa delante muchacho… pa delante…
Por eso, siempre crece en mí, esa sensación de sentirte siempre a mi lado, de mirarte siempre con estos ojos de hijo lejano, pero que milimétricamente, estoy enrollado en tus quehaceres cotidianos. Eso hace que mis pasos siempre ronden por tus calles, que mis ojos vean las siluetas de tus warmis bellas, que mis manos toquen la materia viva de tus encantos naturales… y así estás en mí, todos los días, como guardado amuleto que esgrime paciencia en las horas más escandalosas de mi estadía en Madrid.
Y cuando vuelva a recorrer tus caminos, a transitar tus veredas agujereadas por pasos rotundos de viejos silenciosos o de muchachas virginales, que con solvencia y despiadada belleza arremeten frescor y garbo, a hidalgos y callejeros muchachos; yo me sentiré exhausto por el incomparable encanto que guardas en la naturalidad de tus caminos. Y hablaré, que mientras estaba lejos de ti, todo ha cambiado… mis hijos ya crecidos… mi esposa – talvez- con mas arrugas en el rostro, pero con mas belleza en su corazón, y creeré que cuando hay amor, las arrugas es lo de menos… y la volveré a besar, como la besé haya en los años 80… y sus besos… a sus treinta y tantos años, serán igual o mejor, que los besos de los quince… encontraré a mis padres, con más años en sus vidas, pero con el mismísimo amor con que me engendraron… veré a mis hermanos, con sus años pintando de canas sus cabellos… y así veré, que todo en ti ha cambiado… y para que nada me resulte extraño, yo siempre escribo mi nostalgia con tu nombre: Huarmey.

No hay comentarios.: